Una
obra maestra. Esta película es una de las mejores que ha dado el
cine en todos los tiempos. Christopher Nolan, junto con su hermano,
hacen un debut propio de los mejores del séptimo arte. Un guión
personal y una dirección impecable para una película que...¿cómo
decirlo? te despierta una curiosidad extraña desde el principio, no
sabes muy bien de que va pero poco a poco el mismo guión hace que te
metas en la historia y, no solo eso, sino que entiendas el porqué de
que se cuente de esta manera tan asombrosa. Literalmente va hacia
atrás, como podemos ver en la presentación, una forma de decirnos
que no levantemos mucho el culo del asiento porque nos perdemos
seguro!Empieza por el final y acaba por el principio, algo insólito,
lo que hace que cuando acaba te quedes con la boca abierta o, por el
contrario, pienses que has perdido dos horas de tu vida. No hay
término medio para Memento, o te encanta o la odias, no es de esas
películas que dices "bueno, es entretenida", no hace que
se te pase por la cabeza esa valoración. En auténtica, única. Una
muestra de lo que los hermanos Nolan son capaces de hacer con un
bajísimo presupuesto pero con una idea tan brillante que es
imposible que no triunfe. Prometían y mucho desde el principio, lo
han demostrado.
Confusa,
una película confusa a la vez que inquietante, hermosa, excelsa y
grandiosa donde las haya en la cual empiezas tu andadura por un
camino conocido y seguro para desviarte por otro asimilable y, a
continuación, perderte por un mar de confusión pero volver a
encontrarte en zona estable y, de nuevo, regresar a un remolino de
inesperado viraje y desconcierto y acabar enfrascado en una espiral
de impresionante y fascinante confusión de datos técnicos, frases
científicas pero molonas de buena apetencia para el oído aunque
escaso significado para el cerebro y un montón de giros, tropiezos,
caos, ultimátum, esperanza y, volvernos al principio para retroceder
y finalizar no se sabe dónde exactamente -aunque, un poco sí-, con
la única evidencia segura de confusión cautivadora de modo que,
cuando salgas del cine satisfecho, confuso e impresionado con una
idea más o menos clara de lo que has visto -pero que nadie te
pregunte por ella porque dar una explicación sobre lo acontecido
sería prácticamente misión imposible-, tu mente debe hacer acople
de retroceso y recordar que la ciencia-ficción es un género
literario cuyo contenido gira en torno a hipotéticos logros
científicos y técnicos del futuro distinguiéndose, en este punto,
del género fantástico que es fruto de la imaginación; también
conocida como literatura de anticipación pues muchos de los autores
de este campo lograron anticipar diferentes inventos que, con el
tiempo, se transformaron en realidad en el mundo que vivimos, ejemplo
Julio Verne y sus submarinos y naves espaciales..., y ¡ésto es lo
que tenemos aquí!, el Julio Verne del espacio, del tiempo, de la
física, de la cuántica, de los agujeros negros, de las galaxias, de
la distorsión del espacio/tiempo, de la anomalía gravitatoria, de
la realidad cuatrodimensional, de la relatividad..., y un montón de
aspectos técnicos difíciles de memorizar, asumir e interpretar que
nos hablan de las fabulosas posibilidades infinitas, frenéticas,
escalofriantes, impresionantes, incluso histéricas e inconcebibles
pues se escapan a tu comprensión, por parte de dos guionistas,
Jonathan y Christopher Nolan -también director de esta incatalogable
pieza magistral- que han tenido una inventiva maravillosa, sublime,
grandilocuente y radiante donde cualquier adjetivo se queda corto
excepto el de confusión, una película confusa en la cual en el
aspecto técnico y experto de datos te dejas llevar y arrastrar por
la sonoridad de unas sentencias, leyes y afirmaciones que suenan
apetecibles y posibles en un proyectado futuro pero que, acomplejan a
tu mente por desconocimiento, que en el aspecto humano emociona y
cautiva tu sensibilidad más tierna y expuesta, que en la
escenografía, fotografía y ambientación adquiere un nivel
magnífico de belleza y hermosura, amplitud e hipnotismo pocas veces
visto donde la armonía seductora de los silencios que le acompañan
en espléndida procesión son de una exquisitez indescriptible y, por
la cual pasarás por momentos asombrosos, otros desconcertantes,
otros pesados, otros lentos, otros de adrenalina pura y otros que
escapan a tu acepción actual. Un "Armageddon" para cambiar
de habitáculo planetario que se inicia con una mirada referencial a
"Señales", que se traslada rápidamente a un "2001:
Odisea en el espacio" de inspiración más poderosa e impactante
y con tintes finales dramáticos a "Eternamente joven"
donde se ansia la urgente supervivencia -poderoso instinto que nos
mueve a todos-, que juega obsesionado con la Ley de Murphy -si algo
tiene que pasar, pasará- y que, en medio de tanta tecnicidad,
estratosfera, galaxias, dimensiones atravesadas por la gravedad,
espacios/tiempos divergentes, múltiples y alternos es el amor, el
sentimiento y el deseo de contacto humano la pieza central de esta
obra maestra, la que mueve todo su motor y razón de ser en esta
poesía de ingeniería y anticipación realizada en imagen pues "no
temo a la muerte, temo al tiempo", pues son las sensaciones y
emociones que experimentamos, vivimos y recordamos lo que perdura, se
anhela y puede atravesar ese desconocido, insondable y tan temido
paso del tiempo. "Somos exploradores..., rabia, rabia de la luz
que se esconde"; explora intensamente este filme dentro de todas
tus posibilidades, déjate guiar por su luz clarificadora, aquello
que se esconde en la oscuridad asúmelo sin discrepancia, soporta con
entereza su sentida, y larga, duración pues es necesaria para tanto
hecho e información vertida y disfruta como nunca de esa confusión
hipnótica, deslumbrante, apasionante..., y todo lo que se quiera
que, pocas veces será tan placentera en su magistral visión e
inmensa, duradera, perpleja y confusa en su recuerdo.